Testimonios

Nuestros hijos, Juan de 6 años y Pepe de 4 años, vivimos en Lima – Perú. Si me hubieras preguntado hace unos años atrás si me atrevería a enseñarles en casa a mis hijos, mi respuesta hubiera sido «jamas». No tanto porque no quería, sino porque me sentía incapaz y aun me entraba miedo solamente pensarlo. Es muy cierto que solemos tener miedo a lo que no conocemos o entendemos. Aun así, Dios fue despertando mi curiosidad en cuanto a homeschool. Recuerdo que cada artículo o blog que leía, decía: «tú lo puedes hacer!». Esas palabras resonaban en mi cabeza continuamente como si fuera Dios que me lo estaba diciendo.

Después de mucha oración y conversación con mi esposo, sentimos que Dios nos estaba llamando a enseñarle a nuestros hijos. Al investigar y leer, cada vez se iban sumando más y mas los beneficios de poder hacer escuela en casa. Para nosotros, personalmente, el beneficio más grande es poder discipular a nuestros hijos en los caminos de Dios. Enseñarles a amar a Dios y Su Palabra como dice en Deuterono mio 6:6,7. No solo enseñar con nuestras palabras, sino también con nuestra influencia. Otro beneficio es quitarles la presión de tener que estar al mismo nivel que los demás. Todos aprendemos de diferentes maneras y a un ritmo diferente. Hacer homeschool te da la libertad de pasar más tiempo en un tema si es necesario, o volar por el tema si el niño logro entenderlo fácilmente.

Se pueden terminar los estudios en unas cuantas horas. Mis hijos se levantan a las 8:00am, arreglan su cama y desayunan. Empezamos las clases a las 9:00am y terminamos a las 11:30am. Mis hijos aún están pequeños. Estando en un grado mayor se tardaría una o dos horas más, dependiendo de la metodologia de los niños. La flexibilidad de horario es aún otro beneficio de homeschool entre tantos.